Escribo esto con dos copas de más, aunque estoy empezando a
pensar que quizá son dos de menos, porque esta basura sigue oprimiéndome el
pecho que se debilita a cada respiración. Ya no distingo ni las letras con las
que emborrono este cuaderno de mierda, el alcohol me ha nublado tanto la vista
que ni siquiera tus labios rojos asoman desde los recovecos de mi mente.
Dime, ¿qué somos?
No, no contestes, ya lo sé.
Somos esa ecuación del libro de matemáticas que ni la
profesora acierta a resolver. Yo mirando al cielo, tú volando entre las nubes;
deseándome en tu cama pero calentándola con otras inocentes iguales a mí.
Mis besos a ellas.
Cógeme la mano de una puta vez y vámonos a comer galletas
con chocolate, a bailar en mitad de la calle.
Anda, no me abandones tú también.
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